Sangre errante 4 es la cuarta parte de un relato sobre una familia que escapa de su tierra natal y su búsqueda de un lugar donde arraigarse y va dedicada para todos aquellos que de una manera u otra por diversos motivos se marchan para siempre de su tierra.
Los pensamientos de Aurora vuelan hasta su tierra, se ve allí recorriendo los pastizales de la hacienda, el olor de la caballeriza y siente una enorme nostalgia.
Dignora la mira y pregunta: ¿extrañas mucho verdad?
Su hija sonríe abrazándola —madre todo lo que me interesa está aquí conmigo, son ustedes mi familia linda, lo que más amo en esta vida, lo demás es cuestión de adaptarnos y recomenzar de nuevo.
Federico y Victorio llegan al muelle y en efecto el viejo barco está fondeado allí, se aproximan rápidamente en busca del capitán.
Está agachado encima del muelle mirando el mar y fumando una pipa de tabaco, se pone de pie, es un hombre alto y rojizo de aspecto rudo, sus profundos ojos azules miran a los recién llegados.
Les dice con voz preocupada —Hola amigos, pensé que les había sucedido algún contratiempo en estos parajes.
—No gracias a Dios, contesta Victorio estrechando la mano del capitán.
Hemos regresado por nuestras cosas, nos vamos a acomodar por aquí, este lugar es hermoso Dignora y Aurora están encantadas con sus paisajes.
El capitan hace un ademán de aprobación y afirma:
—Es cierto, esta comarca parece mágica de tan linda, creo que también me asentaré por aquí.
Federico lo mira curioso y pregunta:
—¿Y los pasajeros capitán? ¿se quieren quedar?
—no todos, solo algunos que como ustedes vienen huyendo de la desgracia en que se transformó nuestro país, los demás fueron a la estación de trenes y van a continuar sus caminos hasta sus destinos.
—Bueno capitán nosotros venimos a recoger nuestras pertenencias, esperamos verlo en el pueblo.
Los dos, padre e hijo recogen todas las pertenencias y cargan con el enorme baúl que trajo Dignora, pero es preciso dar dos viajes ya que no van a lograr cargar todo.
El capitán se ofrece a ayudarlos y entre los tres cargan todo y parten rumbo al caserón.
Al llegar el olor de la sopa que prepara Dignora inunda todo y los tres hombres sonríen hambrientos.
Aurora los ve y corre a saludar a los recién llegados.
—Hola capitán, ¿cómo está? Que bueno que no se había marchado.
El capitán le sonríe estrechándole la mano.
—Hola lprincesa, no me voy a ningún lugar, pienso ser su vecino en esta linda comarca.
Aurora bate palmas:
—ahhh maravilloso, así podemos seguir oyendo sus historias y aventuras.
Dignora feliz de haber recuperado sus enseres sonríe, el capitán la mira dubitativo y pregunta —Doña que usted trae en ese baúl, parece plomo por lo que pesa.
Ella contesta: —traigo mi máquina de coser, lleva muchas generaciones en nuestra familia, bueno ahora todos a lavarse las manos para almorzar.
Todos se sientan en los improvisados troncos y comen aquella olorosa sopa mientras conversan animadamente sobre los sucesos que los llevaron a aquel bello lugar.
Federico dice mirando al capitán: —ayer salvé a una chica de ahogarse con su caballo en el río.
El invitado lo mira sonriendo —ya hiciste tu primera conquista, cuidado galán la dama puede tener dueño.
Federico se ríe seguro de si, — nada de eso amigo, solo la salvé.
Aurora lo mira –que no se diga hermano, eres todo un galán, muchos corazones rotos dejaste en nuestro pueblo, y creo que ella está interesada en saber más de ti, estuvo temprano por aquí con su enorme perro negro y su lindo caballo.
—una chica extraña, parece mirar a través de ti, algo desaliñada pero muy bella y exótica, dice la madre pensativa.
El capitán mira a la señora y dice — que sopa muy gustosa, ¿cómo lo logró comadre sin tener las condiciones?
—ahh por aquí hay hierbas aromáticas de todo tipo, parece que la antigua dueña gustaba mucho de sembrarlas.
Federico mira a Aurora—¿no le preguntaste si vivía por aquí? La joven lo mira y contesta
—ahh sabía que estabas interesado, ella no me dio tiempo, solo dijo que el dueño de este lugar vive en el pueblo.
Victorio enfático comenta:
—Entonces después de almorzar vamos hasta allá para lograr localizarlo, espero que tenga interés en vender este caserón y los terrenos que lo rodean.
Al terminar de almorzar madre e hija comienzan a sacar enseres del enorme baúl mientras los hombres salen al patio a conversar y fumar sus pipas de tabaco.
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Este relato tiene algunas partes de la propia historia de mis antepasados