Carlo Acutis nació el 3 de mayo de 1991, en Londres, ciudad en la que -temporalmente y por cuestiones laborales- residían sus padres, Antonia Salzano y Andrea Acutis, ambos originarios de Milán.
A los 6 meses y tras su bautismo- que ocurrió el 18 de mayo de ese año- se instalaron en Italia, donde este hijo único vivió hasta sus últimos días.
Con apenas 3 años y medio, Carlo le pedía a su madre ir a la iglesia “para saludar a Jesús” y recogía flores en los parques de Milán para llevárselas a la Virgen.
Desde su niñez y en todos los sitios que visitó durante su vida, entró a cada una de las iglesias que pudo para rezar y así sentirse más cerca de Dios.
Su familia era católica pero no practicante. Su madre contó que sólo había ido tres veces a la iglesia: para su comunión, su confirmación y su boda. No obstante, una niñera polaca llamada Beata -devota de Juan Pablo II- le hizo descubrir la fe.
Con apenas 7 años, Carlo le pidió a sus padres que le permitieran tomar la Primera Comunión y así lo hizo. Luego, aseguró que la Eucaristía era su “autopista hacia el Cielo”.
El joven pertenecía a una familia de muy buen nivel económico y, desde su infancia, se preocupó permanentemente por ayudar a las personas más desfavorecidas.
Volvía de la escuela, jugaba con sus amigos y pasaba tiempo con su familia -como cualquier chico de su edad- pero luego salía a repartir comida entre las personas que vivían en la calle. A diario, asistía a misa y rezaba el rosario.
Fue voluntario en varios comedores sociales y guardaba parte de la comida de su plato para dársela a quienes realmente la necesitaban.
Su paso por este mundo fue demasiado breve, pero dejó huellas que calaron profundo. Tres meses antes de fallecer, predijo su propia muerte y el momento quedó inmortalizado en un video grabado por él mismo, donde se lo puede ver anunciando su triste final pero con una sonrisa en sus labios.
En el video que Carlo había grabado en Asís, tres meses antes de que le diagnosticaran leucemia había dicho frente a la cámara, mientras miraba al cielo “Cuando pese 70 kilos, estoy destinado a morir”.
Y su anticipo se cumplió, ya que ese era su peso cuando su vida se apagó para siempre de este mundo para irse a habitar con el altísimo.
A principios de octubre de 2006, comenzó a sentirse muy mal y fue hospitalizado de urgencia. Apenas entró al centro médico, miró a su madre y le dijo: “De aquí, no salgo más”. No estaba equivocado: fue diagnosticado de leucemia mieloide aguda, en su grado más agresivo.
“Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al Cielo”, dijo unos días antes de su muerte, que ocurrió el 12 de octubre de 2006, en Monza, Italia.
Antes de dar el último suspiro, había pedido que sus restos descansaran en Asís, ciudad que hizo suya a pesar de que vivía en Milán, pero que lo conectaba profundamente con su fe.
En 2010, Antonia -que en ese entonces tenía 43 años- dio a luz a los mellizos Francesca y Michele. La noticia no fue una sorpresa para ella, ya que Carlo se lo había vaticinado tres años antes de morir.
El 12 de octubre de 2013, justo el día en que se cumplía el séptimo aniversario de su muerte, se produjo el milagro por el que ahora será beatificado. Un niño brasileño que padecía de páncreas anular, una enfermedad irreversible y mortal, asistió junto a su abuelo a una misa en la capilla de Nuestra Señora Aparecida, ubicada en Campo Grande de Mato Grosso del Sur.
Su estado de gravedad era tal que no podía dejar de vomitar y se limpiaba permanentemente con una toalla. Apenas podía mantenerse en pie.
Durante la ceremonia, se exhibió una reliquia de Carlo -un pequeño trozo de tela de su ropa- y el pequeño le preguntó a su abuelo qué debía hacer. El hombre le respondió que pidiera “dejar de vomitar” y su nieto repitió esas palabras.
Desde entonces, nunca más volvió a hacerlo y los médicos aseguran que se curó por completo. Sus estudios clínicos muestran que se sanó totalmente y su páncreas se convirtió en un órgano normal, a pesar de que el cuadro severo que padecía lo llevaría a una muerte pronta y segura.
Carlo Acutis el apodado influencer de Dios fue beatificado
Este sábado 10 de Octubre, en una ceremonia solemne en Asís, centro de Italia, la Iglesia Católica beatificó al joven italiano Carlo Acutis, un genio de la informática, quien se convirtió en el primer “influencer” en temas religiosos que llegó a los altares.