En tus brazos
me sabías dormida,
pero atrapado
en tus mutismos,
nunca intentaste
despertarme…
Ahora es tu sombra
quien me habla,
es mi quebrantado otoño
rasgado por el dolor
de un invierno a solas,
de tardías primaveras,
y
aguardando
el hastío de mi reflejo
en mil espejos rotos,
pensaré en nosotros
como un árbol sin hojas,
cuyas raíces roídas
ya no tienen savia.