Sofía y el fantasma de la rosa roja.
Sofía acompañó a su mejor amiga Lisa al cementerio a llevarle flores a la tumba de su madre, fallecida hacía un par de meses…
Ella pasaba por momentos muy dolorosos y Sofía trataba de apoyarla en todo lo que pudiera.
Compraron flores y las pusieron sobre su tumba, excepto una rosa roja que le encantó a Sofía y se la quedó para ella.
Lisa estaba muy triste y callada, así Sofía le dio un poco de espacio y decidió dar una vuelta y ver las otras tumbas que estaban al rededor. Había muchas, antiguas, con bellas estatuas.
La joven jamás se había dado el tiempo de admirar la belleza que puede tener un campo santo.
Estaba en ese pensamiento, cuando vio una tumba totalmente descuidada, le llamó la atención y sintió cierta tristeza, pensó que sería de una persona que talvez no tenía familia ni amigos quienes fueran a dejarle una flor, por lo que decidió dejarle la rosa roja que tanto le había gustado.
En eso llega Lisa y la saca de su letargo, Sofía estaba viendo hipnotizada una foto mohosa de aquel hombre que descansaba en aquella tumba, sus ojos le resultaban extrañamente familiar…
Sofía y el fantasma de la rosa roja…La muchacha se despidió de él con una sensación rara que no podía describir.
Al llegar a su casa se sentía extraña. Se duchó y cambió de ropa, pero seguía esa sensación indefinida que la intranquilizaba. Así fueron pasando los días y Sofía sentía que no estaba sola.
La joven veía su sombra, pero la forma no era la de siempre. En un principio no le dio importancia, pero en una ocasión se dio cuenta que su sombra no estaba sola, al lado se distinguía otra un poco más grande.
Esto le causó mucho miedo, no le encontraba una explicación lógica.
Así fueron ocurriendo extrañas situaciones, como, por ejemplo, que cuando los familiares la veían de lejos notaban que estaba acompañada de un hombre.
Llegaron rumores a su madre y esta se preocupó, pensaba que Sofía estaba saliendo con algún chico a escondidas y se lo ocultaba por alguna razón.
Sofía decidió contarle a su mama lo que ocurría, pero no le creyó.
La muchacha se sintió decepcionada ese día y se fue a dormir temprano.
En la madrugada despertó asustada con una voz que le decía que no se preocupara que nadie entendería su relación. Abrió los ojos y vio a este hombre parado al lado de su cama.
Estaba ahí mirándola con esos ojos que ella conocía, pero no recordaba de dónde. Sofía juraba que no era un sueño.
Se levantó y fue corriendo a la habitación de sus papás, lloraba por el susto. El padre se levantó y busco por toda la casa, pero no encontró a nadie. La joven estaba aterrada, con 16 años, no se atrevía a dormir sola.
Sabía que ese hombre que estaba al lado de su cama era el señor del retrato en el cementerio, pero no le dijo nada a sus padres, por temor a que la regañaran por dejarle flores a un extraño.
El miedo de Sofía crecía cada día, lo sentía con ella siempre, y eso la aterraba, tenía un fantasma como un parásito pegado a ella y no sabía cómo deshacerse de él. En las noches sentía como se sentaba a los pies de su cama, veía como se hundía por el peso, pero no había nadie.
Sofía despertaba cada mañana sintiendo una mano fría que le acariciaba la cara.
Esto la llevó a ya no querer dormir, rogaba durante el día que no llegara la noche, temía que este ser tratara de hacerle daño, quería deshacerse de él, pero no sabía cómo, esto la desesperaba más, cada vez que se le presentaba salía corriendo a la cama de sus padres.
No se atrevía buscar ayuda por miedo a ser internada en una clínica psiquiátrica, ya que sus padres eran médicos y no creían en estas cosas, para ellos todo tenía una explicación lógica y científica.
Y como culparlos si ella misma no creía en seres sobrenaturales antes de que le ocurrieran estos eventos.
En una ocasión salió con sus amigas al cine, al terminar la función se despidió de ellas, y se fue caminando sola a casa, era muy tarde y las calles estaban muy oscuras.
Al doblar una esquina se encontró con dos hombres, estos se acercaron a Sofía con claras intenciones de atacarla, la jovencita quedó paralizada de terror, mientras uno tomó su bolso, el otro le arrancó el celular de la mano.
Uno de ellos la arrojó contra una pared y trató de sacarle la blusa, pero en eso momento el otro hombre le dijo que se fueran porque la muchacha no estaba
sola…
Sofía por el miedo se desmayó y al despertar encontró el bolso y su celular cerca de ella.
La joven se levantó y corrió a casa. Al otro día vio en las noticias que dos hombres habían sido encontrados flotando en el río de la ciudad, al ver las identificaciones de aquellos hombres se dio cuenta que eran los que la habían atacado la noche anterior.
Sofía sabía, estaba segura que él responsable de dichas muertes era el mismo ser que la seguía a diario. Pero no lo comprendía. ¿Sería acaso que este ser la estaba protegiendo?
¿O sería que sólo él quería causarle daño y no dejaría que otra persona lo hiciera?
Miles de ideas le pasaban por la cabeza. Pero de todas formas la había salvado por lo que Sofía no lo pensó más y compró otra rosa roja y fue al cementerio a dejársela en la tumba, como muestra de agradecimiento.
Estaba tan ensimismada que no notó que su mamá estaba detrás de ella, preocupada por su comportamiento del último tiempo, decidió seguirla para ver que sucedía.
La madre se le acerca y le dice –Sofía ¿qué haces aquí, en esta tumba? Tenía una expresión de preocupación y horror en su rostro.
La joven le contó todo lo que había pasado, su madre solo la miraba en silencio, y sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas.
Cuando Sofía acabó la historia, su señora madre se llevó las manos a su rostro, y ya sin contener el llanto, se acercó a la tumba sentándose sobre ella. Se llevó una mano a la boca dejando un beso el cual plasmó en la foto de aquel hombre, pidiendo perdón.
La muchacha totalmente desconcertada le preguntó ¡¿Madre que sucede?! pero ella no la miraba solo lloraba con intenso dolor.
Después de mucho rato, cuando ya se calmó, se levantó y abrazó a Sofía diciéndole:
-Hija debo confesarte un secreto que pensé que me llevaría a la tumba, pero es necesario que sepas esta verdad.
Hizo que se sentara a su lado en aquella tumba y le contó una historia de su juventud.
La madre habló así –Cuando era joven me enamoré locamente de un hombre, el cual pensé que me había abandonado porque desapareció de mi vida de la noche a la mañana sin dejar rastro de él.
Ahora viendo la fecha de muerte de este hombre me doy cuenta que nunca me abandonó, murió el mismo día que me dejó en casa de mis padres la última noche en que lo vi.
Nuevamente se puso las manos en la cara y volvió llorar desconsoladamente.
Sofía trataba de entender la impresión que recibió su madre al darse cuenta que su primer amor estaba en aquella tumba, pero no entendía porque este hombre la seguía a ella.
La mamá prosiguió con su historia:
-Cuando el desapareció, yo no sabía que tenía un par de semanas de embarazo y él tampoco se enteró nunca, luego conocí a tu padre y a los meses me casé con él.
No me cuestionó nunca por haber estado embarazada, me dijo que jamás hablara del tema que él sería tu padre y que nadie se enteraría de la verdad ni siquiera tú.
Hija este hombre que está en esta tumba es tu verdadero padre.
Ahí entendió a quién le recordaban aquellos ojos, eran a los de ella misma.
Sofía estaba muy sorprendida por la noticia, no sabía que sentir, la confusión la dejó en silencio y solo le dijo a su mamá, que no se preocupara, que todo estaba bien y que su padre jamás se enteraría que ella sabía la verdad de su procedencia.
Esa noche Sofía ya no tubo temor. Se acostó esperando a que se le presentara, pero el cansancio le ganó y cayó rendida, en un sueño profundo.
En la madrugada despertó, nuevamente por el peso de alguien que se sentaba a sus pies, pero esta vez no salió corriendo a la cama de sus papás, la joven se sentó y le habló.
-Padre sé que eres tu quien está aquí. Dijo con algo de miedo.
En ese momento pudo verlo claramente y se vio en sus ojos.
Le agradeció por la ayuda y le dijo que ya no le temería, pero que quería que descansará en paz ahora que yo ella sabía la verdad de quien era.
Sorprendentemente él le habló y dijo:
-Hija yo no he podido descansar en paz, mi espíritu murió inquieto, ese día que fui a dejar a tu madre esos mismos hombres que te atacaron esa noche, fueron los mismos que me atacaron a mi haciéndome desaparecer en ese río.
Mi cuerpo jamás fue encontrado por lo que me hicieron esa tumba simbólica, la cual he custodiado desde siempre esperando por una visita de tu madre.
Cuando me mataron no sabía que estaba embarazada de ti, pero mi espíritu sabía que tenía un tema pendiente y hasta ese día que te vi poner esa rosa en mi tumba fue que supe cuál era ese tema.
Ahora puedo descansar en paz, pero no te preocupes que jamás te dejaré sola y siempre que me necesites acudiré a ti para ayudarte. Sé que talvez no es necesario porque tienes a un buen hombre como padre y eso me deja conforme.
Te amo hija mía. Ahora debes seguir durmiendo y yo debo partir.
En ese momento se desvaneció, Sofía se quedó con una hermosa sensación de alivio y paz, en su habitación había un exquisito olor a rosas el cual la llevó a un hermoso sueño en donde se despidió de su papá en un abrazo de luz.
Al otro día al despertar tenía en su mesa de noche una rosa roja, obsequio de su padre, la cual le ha dado en cada uno de sus cumpleaños como señal de que siempre estará ella.
En cada aniversario, Sofía visita la tumba de su padre y allí con su violín, toca para él.
Ahora Sofía tiene treinta y dos años y una hija de cinco la cual le dice que ve a un hombre con mis ojos…
La joven madre sonríe de alegría de que su padre conozca a su hija y sea a ella a quien cuide ahora.
Su ángel de la guarda le llama la niña y Sofía le llama papá.
El verdadero amor es tan fuerte que traspasa las barreras de la muerte.
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10 comentarios
Muy buena historia, me gustó el tema de ultratumba. Y la melancolía con que es tratada.
O así lo sentí yo.
Gracias, espero tu visita, saludos!
Fascinante historia, muy inspiradora…
Muy conmovedora historia
Muy Bonita historia.
Hermosa historia
Que bonita historia me encanto
Me facino tú historia,es una de las mejores. Historias k he leído
Gracias por leerme Eduardo, cuando públique otra te la hago llegar si me dejas tu correo, saludos!
Me encantó la historia de la rosa roja.se me erizó todo el cuerpo.yo también pienso que mi abuelita me cuida y es mi ángel de la guarda.