Soy adicta a ese aciago verso que se me adentra
en el alma, a las palabras suaves que acarician
la calma, a las tardes grises de lloviznas sin pausas,
a ese silencio agreste asomado en la cara.
Soy adicta al tiempo que almaceno en el alma,
a leer las sonrisas en las caras gastadas,
a clavar susurros en el viento que pasa,
a soñar despierta en mañanas heladas.
Soy adicta al sueño que se esconde en poemas
en las madrugadas, al olor de las noches
y las alboradas, a sentir la vida vibrando en las almas.