Estrellas rotas
me hieren con sus esquirlas;
la noche me hace señas
para que me apague con ella
y son tan reconfortantes sus sombras.
Pero hay dos luceros que me miran
intentando que los vea,
y brillan tanto que disipan
el deseo de irme
con esa oscuridad acariciadora.
Amanecerá y yo cargaré las esquirlas
de mis estrellas rotas incrustadas muy dentro,
más yo sé que seguiré despierta en el rocío
húmedo de la brisa.